La actividad del viticultor en el viñedo sigue unos ritmos marcados por las estaciones y la evolución de la viña. Los trabajos de una campaña vitícola empiezan mucho antes de despertar la vegetación (marzo-abril). Se aceleran a lo largo de la primavera y llegan a ser intensos en junio con el crecimiento de la vegetación, la floración y el crecimiento de los racimos. La época de la vendimia marca el fin de los trabajos en el campo con la recolección de la uva, aunque la vid sigue su ciclo biológico.
Después de la vendimia las hojas de la vid adquieren un color otoñal (rojas), estas hojas empiezan a caer y la planta entra en una fase de reposo. Cuando caen las hojas el viticultor aprovecha esa época sin lluvias para realizar los trabajos de mantenimiento en el suelo, así como para reparar los arranques de las cepas que sean necesarios.
Una vez las hojas han caído y llegados los primeros fríos (noviembre-marzo) es el momento de la poda de la vid, de este trabajo dependerá la calidad de las uvas que es septiembre se recogerán.
Llegada la primavera (marzo-abril) y con la salida de la vegetación se marca un nuevo comienzo en el ciclo de la vid. El ciclo de la vida no cesa.
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