Muchos os habréis hecho esta pregunta y hoy vamos a compartir con vosotros una muy buena y completa respuesta publicada en un libro especializado en vinos:
“ Al hablar de vinos hablamos de una larga historia, de muchas y diversas culturas; hablamos de paisajes y territorios, de climas y estaciones; hablamos de variedades de uva y de procedimientos, de nuevas técnicas en constante evolución y de otras tradicionales felizmente recuperadas; hablamos de trabajo y esfuerzo en los bancales y en las viñas, del frío de la tierra durante las madrugadas invernales y del sol inclemente cuando se acerca la vendimia; del gusto y adecuación al paladar y de su combinación gastronómica; hablamos de su importancia como sector económico, y de las expresiones de la lengua, de los ritos y celebraciones que giran en torno del vino; también de la arquitectura de sus bodegas y de su fructífera relación con el arte y la literatura y sobre todo, hablamos del inigualable disfrute de su degustación en compañía.
Hablar y leer de vino propicia una conversación, un diálogo de altura en el que uno aporta, pero también recibe sabores variados. A la vitivinicultura se le debe, entre otras muchas cosas, la conservación tenaz de los espacios y entornos que hacen posible, cada año, el fruto que habrá que vendimiarse y transformarse hasta alcanzar su momento óptimo de consumo. Las gentes del vino vendrían a ser los garantes de unos paisajes, a la vez naturales y profundamente humanizados, que constituyen signo y huella de nuestra propia identidad como civilización.”
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