Quizá la primera gran botella con historia es la de Dom Pérignon. Según la leyenda, en 1670 el monje benedictino Pierre Pérignon, encargado de la bodega en la abadía de Hautvilliers, oyó la explosión de una botella de vino; se acercó, cato el vino derramado y gritó a sus ayudantes: “Vengan deprisa, estoy bebiendo estrellas”, descubriendo así el vino espumoso que pasaría a denominarse champagne. Moët & Chandon compró los viñedos de la abadía en 1794. Actualmente algunas botellas de la marca pueden alcanzar la friolera cifra de 40.000 dólares. Y es que el espumoso ha acompañado los momentos más importantes de la vida desde su descubrimiento.. Nunca antes un vino había sido tan exclusivo ni alcanzado tanto precio.
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