España es uno de los países del mundo más visitados, y sin embargo son pocos los que conocen la complejidad de la naturaleza y la geografía españolas. La palabra “España” evoca playas soleadas y ciudades animadas y concurridas, pero desde el punto de vista geográfico, la característica fundamental son sus numerosas montañas. El único país europeo más montañoso que España es Suiza.
La orografía montañosa genera una gran variedad de climas y un sinfín de suelos, terrenos y exposiciones, que a su vez garantizan una variedad de vinos que difícilmente pueden igualar otros países. Y sin embargo, hasta fechas recientes, España no era conocida por la diversidad de sus vinos. Los motivos no tienen que ver ni con su geografía ni con la calidad de sus vinos, sino con la política. España era un país que se había quedado a la zaga de sus vecinos, con un mercado nacional vinícola sin categoría, con regiones extensas aisladas y con escasas empresas dedicadas a la exportación de vinos de calidad.
Sólo tras su acceso a la UE conseguiría España construir las infraestructuras de comunicaciones y educación necesarias para cambiar las cosas, junto con un acceso más fácil a los mercados exteriores de mayor poder adquisitivo.
La diversidad de los vinos españoles no es solamente fruto de los terruños y de la variedad de la uva. Los vinicultores y bodegueros jóvenes y confiados están dispuestos a probar cualquier alternativa que les permita ofrecer mayor autenticidad y personalidad a sus vinos. A lo largo y ancho de España se están poniendo a prueba un sinfín de técnicas de vinicultura y realizando experimentos que están dando unos excelentes resultados.
Debemos estar listos para la siguiente ola, la marejada de creación e innovación es imparable
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