En ocasiones una cata puede resultar un fracaso por culpa de unas copas que no estén todo lo cristalinas posible. Esta suciedad no siempre es visible, los detergentes o abrillantadores pueden dejar una película imperceptible a la vista o al olfato cuando la copa está vacía, pero que se reaviva al contacto con el vino y le da mal sabor.
Las copas cogen y retienen los olores, que pueden provenir del lavado, del secado o del mueble en el que se guardan. Para evitarlo podemos seguir algunas recomendaciones:
- No lavar las copas en el lavaplatos, sino a mano, con una gran cantidad de agua caliente.
- Cuando las copas todavía están calientes y húmedas, secarlas y darles brillo con un paño de algodón o de lino.
- El paño no debe ser nuevo para poder evitar los hilos y pelusas del tejido.
- Guardar las copas, preferentemente, en un mueble situado fuera de la cocina, para evitar los olores y vapores de ésta.
- Acomodarlas de pie o suspendidas por el pie en unos portavasos.
- Cuando se vayan a utilizar hay que sacarlas con la suficiente antelación para que se aireen.
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