La decantación no genera una respuesta unánime. Sus partidarios afirman que al cabo de una hora un vino joven decantado puede haber mejorado notablemente, aunque también es verdad que, si permanece mucho rato perderá frescura y vitalidad. La decantación también puede vivificar vinos añejos, pero a su vez endurecerlos y hacerles perder algunos aromas.
La decantación es una operación sencilla, sólo hacer falta una mano firme, buena iluminación y decantar sobre una superficie clara para ver cómo pasa el vino por el cuello de la botella. El decantador debe estar muy limpio.
Por otro lado hay que tener en cuenta la forma y el tamaño del decantador para que la superficie de vino que entre en contacto con el aire tras la decantación sea la adecuada. Además de la brusca oxigenación del vino, en las horas posteriores se producirá una evolución de los aromas, más o menos rápida según el tiempo de exposición del vino al aire.
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