La vid es una planta que resiste muy altas temperaturas, por su constitución y porque se presta a ser conducida en formas reducidas y cortas que favorecen su resistencia.
Las temperaturas de 38º a 40ºC son bien soportadas, aunque con ellas es posible accidentes como los llamados golpes de sol, asurado, escaldado, etc., debidos en parte al menos, a un fuerte desequilibrio entre la absorción de agua por las raíces y la exageradísima transpiración de los órganos aéreos. Cuando las temperaturas son superiores a 42ºC se producen desecaciones y pardeamientos en las hojas y los racimos, y con temperaturas superiores a los 55º C, la planta muere.
Existe pues, una íntima relación entre las altas temperaturas y la disponibilidad de agua por el sistema radicular, agravando el proceso una sequedad del suelo, manifestándolo externamente y principalmente en las hojas.
Ante estas situaciones en zonas frecuentemente afectadas, la implantación del viñedo debe realizarse con portainjertos resistentes a la sequía, con marcos de plantación superiores a lo habitual y a ser posible, eligiendo situaciones de abrigo de los vientos cálidos del verano o solanos.
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