Intenso y apasionado es el idilio que el hombre ha mantenido a lo largo de su historia con el vino y fecunda es también la relación de este con las artes.
Tucídides ya observó que la mayoría de las culturas y civilizaciones de la humanidad han tenido al vino como núcleo, y sobre ello aseguró que los pueblos mediterráneos salieron de la barbarie cuando descubrieron el vino y el aceite de oliva.
Vino, belleza y pecado unidos en el dios Dionisio-Baco. Se crió en la soledad del bosque, plantó viñas y se embriagó rodeado de su particular corte de sátiros, ménades y ninfas.
Las primeras representaciones culturales relacionadas con el vino se remontan a hace más de cuatro mil años. El Gilgamesh mesopotámico ya nos habla de este brebaje y en esta epopeya, el héroe, a la búsqueda de la inmortalidad pasa por el jardín de piedras preciosas, donde describe un árbol que vendría a ser la imagen embellecida y mágica de la viña. Dice: » SUS FRUTOS EN RACIMOS SUSPENDIDOS, ¡FASCINANTES DE CONTEMPLAR!». Llena tu vientre, vive alegre, ama. «Esta es la única perspectiva de la humanidad»
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