Representa el 7.6 % de los consumidores y un 11.1 % del consumo total. Todos conocemos a este urbanita que declara que: «Aunque me inicié en el consumo de vino en el ámbito familiar, mi evolución social y mi residencia en distintas ciudades ha hecho que mis gustos hayan ido evolucionando. Para mí el vino no es sólo tinto, sino que he ido incorporando vinos blancos y rosados, especialmente en la época estival. Mi curiosidad por el vino ha ido haciendo que me informe sobre las novedades de este mundo tan apasionante. Esto me ha llevado a ir probando nuevos vinos, de diferentes variedades de uva.
Para mí, el vino se convierte en un tema de conversación en cualquier reunión, donde comparto experiencias de las marcas que voy conociendo. Esto no significa que no tenga un criterio de lo que me debo gastar en vino; puedo tomar el vino de la casa en un restaurante o buscar las promociones y las ofertas en las tiendas para el consumo diario, pero también puedo desplazarme a comprar vino a una tienda especializada o a una bodega en concreto.
El vino es mi bebida prefeida, indispensable en mi mesa a diario, ero también para disfrutar de una copa tranquila al final de la tarde, en una cafetería o en un bar, dónde maridar con buenos pinchos.
Me gustan los vinos con sabor, que llenen la boca, pero estoy abierto a cualquier tipo de sugerencia.»
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