Hay evidencias de que la tinaja ya se utilizaba por el hombre en la Edad de Bronce y aún cuatro milenios depués se sigue utilizando. Las nuevas tendencias apuntan a la utilización de las de barro, pero hoy nos vamos a centrar en las que seguimos utilizando en la Bodega: grandes vasijas o depósitos de hormigón.
El boom del hormigón en las Bodegas fue desde 1940-1960. Se construían grandes vasijas de hormigón con una salida en la parte inferior, siguiendo el patrón de las grandes vasijas de barro utilizadas hasta el momento. El hormigón ha sido empleado a lo largo de la historia reciente para la elaboración de los vinos debido a su inercia térmica que permite proporcionar temperaturas uniformes y constanes, además de ser un material libre de cargas electrostáticas, lo que le convierte en un recipiente de excelentes cualidades enológicas. Sí es cierto que no ofrecen la comodidad en la elaboración que los depósitos de acero inoxidable y requieren un trabajo más manual y artesanal, que al final queda plasmado en el vino.
Existen estudios comparando vinos con elaboración en acero con vinos elaborados en hormigón y apuntan a que no hay diferencias importantes o reseñables en los datos analíticos, sin embargo sí en los organolépticos. Entre sus beneficios destacaríamos que son vinos más untosos, con más volumen y más varietales. Se consigue suavizar los taninos potenciando los aromas y equilibrando el vino gracias a la microoxigenación aportada por los microporos del hormigón (igual que en las barricas con los microporos de la madera).
Por esto, nuestra apuesta sigue siendo firme. Cuando la mayoría ha apostado por la elaboración en ácero, nosotros hemos seguido con nuestra elaboración tradicional y eso, es lo que hoy, nos diferencia del resto.
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