Un armario lleno de ropa y nada que ponerse: las mujeres saben a qué me refiero. A mi me ocurre lo mismo con las copas. Desde hace algunos años se ha puesto muy de moda disponer de infinidad de copas. En mi vitrina puede haber un parque móvil de copas, todas divinas, pero poco ponibles, como unos zapatos de tacón de 11 cm. Tengo un modelo de copa tan caro que da miedo hasta reírse por temor a romperla en la mesa. Y al final es un hecho constatado que si nos atrevemos a utilizarlas muchas acaban autodestruyéndose al fregarlas. Así que, ¿por qué no buscar una copa única, adecuada y práctica?.
En mi vida cotidiana siempre utilizo la misma copa. Un buen modelo que responde a todos los criterios importantes y no es cara. Dicho de otro modo, la zapatilla deportiva de las copas de vino, combina con todo, dura mucho, no requiere de cuidados especiales, tampoco le falta estilo…y ¡es tan cómoda!. Todo lo demás podría ser pura estrategia de marketing comercial.
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