Hablar de vino es hablar de sus personas y de sus raíces, de un alimento que ha sido central en todas las civilizaciones de la Historia y que lleva impregnados los valores de la tierra.
El vino habla de paisajes, de ríos, de mares, de montañas, de laderas, de distintas generaciones… De historias reales con nombres y apellidos. Hay sentimientos y convicciones muy profundas dentro de cada botella, además de un trabajo incuestionablemente duro.
A veces la parte romántica del vino nos hace olvidar el sacrificio de su origen, el duro trabajo en el campo y después en la Bodega.
Un vino sabe a tierra donde nace y reúne las huellas de las manos que lo hacen posible. Josep Roca decía que “elaborar un vino es un viaje de dudas”, cuyo final es incierto. Para los bodegueros es como un hijo que nace con toda la ilusión, que le crías, le cuidas, le valoras y después tiene que vivir.
El vino es ciencia, técnica, arte y artesanía.
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