La capacidad de trabajo y el humor femenino se manifiestan en la concreción de excelentes vinos. La influencia femenina no se limita solamente a la parte comercial. Desde el punto de vista organoléptico sus sentidos suelen encontrarse más desarrollados que los de los hombres. Hay quien encuentra en esta afirmación un soporte de naturaleza biológica, aludiendo a la posibilidad de que con la maternidad la mujer se vigoriza por medio de los sentidos. Por lo tanto sería la madre naturaleza la que dotaría de más y mejores sentidos de análisis a la mujer.
Al margen de su disposición analítica, la importancia de la mujer en la economía doméstica es indiscutible. La mujer actual compra el vino, selecciona, indaga, marida y escoge la función de la mejor relación calidad-precio. Es menos propensa a dejarse impresionar por marcas, modas o costumbres. Tiene menos prejuicios que el hombre en cuanto a vinos y se deja asesorar mejor. Un hombre se decanta más por las puntuaciones, críticas de entendidos, concursos o guías especializadas en la elección final, mientras que la mujer se concentra en el momento en el que va a degustar el vino, el estilo de vida, el tipo de acontecimiento, la comida a maridar y las más perfeccionistas hasta en los gustos de sus invitados.
Es inevitable considerar a la mujer como eje fundamental en la venta de vinos y a las Bodegas no se nos ha pasado por alto. Las mujeres son grandes entendidas en vinos y protagonizan las tendencias. Este boom se va haciendo más fuerte cada vez en muchos países.
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