Una vez comenzada la temporada más relajada del año y en la que en muchas ocasiones el calor aprieta tanto que llega a agobiar ¿qué vino podemos consumir?. Los amantes del vino no desisten de su consumo sin caer en el tópico de que sólo los blancos son para el verano. Pues ni los blancos son sólo para el verano, ni para descorchar un tinto tenemos que esperar a Septiembre. Eso sí, no es lo mismo descorchar un tinto en Febrero que en Junio, pero el abanico de posibilidades que ofrece el extenso viñedo español nos permite hacer una selección de tintos frescos, no sólo por su juventud, sino porque además bebidos unos grados más fríos de lo habitual entran como la seda. Si están conservados en una buena cava o bodega a una temperatura óptima son muy agradables de beber.
En la inmensidad de colores, de sabores, de temperaturas encontramos un sinfín de matices que van desde la variedad de la uva, la añada o el terroir. Esto implica que debemos priorizar la complejidad, la elegancia, pero en vinos sin tanta estructura.
Blancos, rosados, espumosos y tintos jóvenes, que no han tenido paso por barrica, son ideales para acompañar nuestras largas veladas veraniegas.
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