Desde tiempos ancestrales, la vendimia ha sido un momento señalado y celebrado por el hombre. La proximidad en el tiempo entre la vendimia y el cambio de estación hicieron que la cosecha se celebrara de forma especial.
Ya en el antiguo Egipto existía la costumbre. Los israelitas otorgaban un significado especial con todo un ceremonial a su alrededor que incluía instrucciones expresas sobre cómo vendimiar, ya que el significado religioso estaba por encima de cualquier otro objetivo.
Los griegos basaban su festividad en un largo ritual en el que hombres y mujeres bebían hasta perder el conocimiento y tener que ser conducidos por sus esclavos a su hogar.
Pero fueron los romanos los que instauraron una tradición de la que aún pervive la esencia de celebración de la bondad de la cosecha y de los frutos que se recolectan. Vinalia era la fiesta que precedía la temporada de la vendimia. En el ritual se ofrecía a Júpiter las primeras uvas cosechadas. Este tributo representaba el agradecimiento por la buena cosecha y la petición por las cosechas futuras. El ritual era seguido de verdaderas bacanales.
El contrapunto lo ponían los primeros cristianos en Roma, los cuales agradecían las uvas con cánticos ceremoniales por el valor simbólico del vino como sangre de Cristo.
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