Hoy disfrutaremos de la segunda superluna del año, también llamada «luna de nieve», nombre que le viene dado porque es un periodo de intensas nevadas, y el mes más frío del año. El pasado febrero no tuvo luna llena puesto que fue un año bisiesto.
Desde hace muchos años, los agricultores han comprobado cómo las fases de la luna afectan, de una manera u otra, a sus cultivos. Para ellos, la luna es un «manual de instrucciones» para las cosechas.
LUNA NUEVA: durante este periodo el satélite se encuentra oculto tras el resplandor del sol, por tanto, sus rayos disminuyen considerablemente. En la agricultura, es el perido de poco o nulo crecimiento de las cosechas. Más bien, es un ciclo de reposo.
Para la renovación de las vides muy viejas se recomienda hacer una poda cada tres o cuatro años, después de los tres primeros días de luna nueva hacia el cuarto creciente, para que predomine la vegetación y la vid se reponga.
CUARTO CRECIENTE: significa que la luna aumenta la superficie y por tanto la visibilidad de la misma es mayor. La savia que con luna nueva se encontraba en las raíces de las plantas, ahora comienza a subir hasta la parte superior de las mismas.
El trasplante de la vid se debe hacer en cuarto creciente, para obtener un mayor crecimiento vegetativo del nuevo cultivo. Generalmente la norma para podar la vid es en menguante, para así obtener sarmientos de madera gruesa, fuertes y lograr excelentes racimos en la próxima cosecha. Cuando se realizan las podas en luna creciente, los sarmientos se alargan mucho, su madera no engruesa y las uvas resultan pequeñas en los racimos.
En nuestro próximo post seguiremos con las demás fases lunares. ¡No te lo pierdas!
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