La crianza es el tipo de almacenamiento del vino durante su proceso de envejecimiento. Tiene una importancia primordial para el aficionado al buen vino, ya que puede afectar al gusto y al carácter del mismo.
El término crianza explica acertadamente el lento trabajo necesario para afinar y desarrollar las cualidades de un vino. Hoy en día no se someten los vinos a largos procesos de crianza, primero porque serían muy costosos y segundo porque el consumidor demanda vinos más jóvenes, frescos, frutales,…más fáciles de beber.
No cabe duda que la crianza es un arte y un proceso fundamental en la elaboración del vino por lo que la tipología de barricas y su madera será determinante en los resultados obtenidos. El roble es unánimemente apreciado en razón por sus propiedades físicas y sus aportes aromáticos. Los polifenoles contenidos en las células del roble son los aportes aromáticos que se buscan en ciertos vinos. En la actualidad se han identificado muchos fenoles diferentes, de los más importantes, la vainilla.
Durante el proceso en el que el vino permanece en barrica se desarrolla un proceso oxidativo, es decir, el oxígeno penetra lentamente por los poros de la madera con el fin de oxidar algunos componentes naturales del vino.
Para que el vino evolucione correctamente conviene tener en cuenta que las condiciones de temperatura y humedad deben ser constantes entre 10-12º C.
Tan importante como la crianza en barrica será la crianza en botella, denominada crianza reductiva, porque evita que el vino esté en contacto con el oxígeno, ayuda a que no se pierdan los aromas adquiridos del roble y a limar la posible astringencia adquirida de la madera.
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