Un vino de alta gama se definiría como aquel en el que el detalle se cuida desde antes de su nacimiento mimando la selección del terreno para plantar la vid, la elección de las variedades idóneas e incluso hasta los procesos de producción con técnicas muy cuidadas, precisas y actuales, siguiendo siempre las últimas tendencias en enología y la moda actual de los consumidores.
En la fase inicial para lograr una mayor calidad los viñedos deben tener un bajo rendimiento para que los nutrientes se distribuyan mejor entre una menor cantidad de racimos. Cuando las uvas llegan a su punto correcto de madurez y concentración exactos requerido por el enólogo se procede a la recolección. Ésta preferiblemente será manual y a una hora temprana del día, para evitar las altas temperaturas diurnas en el transporte hasta la Bodega. Los racimos deben recogerse lo más enteros posible y en cestos pequeños para evitar que se aplasten.
Los enólogos, ya en Bodega, utilizan una fermentación controlada con aplicación de frío para potenciar y enriquecer el color, los aromas primarios y la estructura del vino. Posteriormente la mayoría de los vinos pasarán por barrica de roble para su proceso de crianza permitiéndoles incorporar aromas y sabores agradables gracias a la porosidad de la madera.
Al terminar la barrica comenzaría la última fase de reposo en botella antes de salir al mercado. El siguiente paso es el disfrute del preciado elixir fruto de varios años de esfuerzo y trabajo.
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