Este año no puede faltar un espumoso para el brindis como cada Navidad. Estos vinos contienen anhídrido carbónico obtenido de forma natural tras la fermentación alcohólica del mosto de uva. Se embotellan generalmente en formato de 0.75 l, pero ¿por qué?.
Los expertos enólogos, prefieren catar y descubrir los matices que esconde la botella Magnum o superior frente al formato tradicional. El tamaño sí importa, a mayor capacidad de la botella, menor es el aire respecto al líquido interior, como consecuencia la oxidación se ralentiza, sus cualidades se preservan y su evolución es más lenta permitiendo más matices y más complejidad.
Entonces, ¿por qué finalmente se opta por el 0.75 l y no por una botella más grande?. Los motivos son diversos. El origen apunta a la capacidad de los sopladores de vidrio que hacían las botellas no superiores a los 0.80 l de media, además por su peso y su fácil manejo.
En 1975 se regularizó este formato en Europa y cuatro años más tarde en Estados Unidos convirtiéndola en estándar.
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