A menudo se cita el terroir o terruño como único responsable de las cualidades de un vino. Una definición superficial de terroir lo haría corresponder con un territorio cuyas características del suelo y climáticas lo diferencian de los adyacentes y, por consiguiente, también a los vinos que proceden de él, dado que la calidad del vino depende fuertemente de las condiciones locales. Pero una definición más profunda y realista añadiría, a las características puramente físicas y climatológicas, la influencia humana en el territorio, las tradiciones culturales, la elección de la variedad de uva, las técnicas de cultivo, el tipo de elaboración empleado.
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