Todas las culturas que han disfrutado del vino han conocido y reconocido que esta bebida posee algunas propiedades salutíferas, sin llegar a ser curativas. Se engañaría quien viese en el vino una bebida para curar enfermedades o desarreglos de nuestro organismo puesto que, a pesar de sus múltiples efectos beneficiosos, no puede considerarse medicinal. Sin embargo, ha habido épocas en las que el vino se ha utilizado como medicina por sí mismo o como líquido sobre el que incorporar las medicinas propiamente dichas. En farmacias de más de 80 años de antigüedad aún se encuentran etiquetas de papel pegadas a frascos de medicinas con la inscripción “Vino medicinal de…”.
En el siglo XIX Louis Pasteur descubrió el secreto de la fermentación de los vinos, y sentenció: “El vino es la más higiénica y saludable de las bebidas”.
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