Te hago una propuesta pon una botella de zumo de fruta encima de la mesa y observarás un desfile de personas que no intercambian palabra alguna; pon una botella de vino y verás cómo se va tejiendo una red de pequeñas conversaciones mientras se degusta. Como en la antigua Grecia, hoy se establecen o fortalecen relaciones alrededor de botellas de vino, y solo hace falta pasearse por los restaurantes frecuentados por los jóvenes para observar cómo difícilmente se ve una mesa sin vino, cuando en general esos mismos jóvenes suelen comer sin vino en su vida diaria. Vinos sencillos para los encuentros menos trascendentes, vinos medios para encuentros con mayor carga afectiva y grandes vinos para las ocasiones especiales. Pero siempre el vino para compartir y ser compartido cuando el espíritu necesita comunicarse con otras personas.
El vino no sólo ha mejorado en sí mismo, sino que ha hecho capaz de mejorar la vida social, puesto que quien es capaz de valorar un buen vino demuestra una sensibilidad que ciertamente mostrará en el trato con las demás personas, y que le permitirá dotarse de opiniones más maduras y matizadoras, que enriquecen a todos.
El vino no hace a las personas mejores, ni más sociables, pero realmente ayuda mucho a serlo. ¡Un brindis por ese DON!.
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