¡Cuanto nos estamos planteando el futuro en estos últimos meses!. ¿Qué pasará?. Nadie tiene respuesta. Sólo nos queda seguir caminando para descubrirlo. Sí les diré que indudablemente estamos en un momento de cambio de rumbo en el que quizá se va a abrazar un futuro que parecía lejano de forma más inmediata, pero sin dejar de recuperar el pasado que tan olvidado nos parecía, y eso es lo más sorprendente.
Estamos viviendo en los pueblos un cierto renacer. Vemos nuestras calles tan pobladas que nos parece que de alguna forma hemos vuelto a la niñez, dónde la gente apostaba por la vida tranquila y pausada de los pueblos, por la cercanía, por la tranquilidad, por el aire puro, por sus campos, por mil cosas que con el tiempo se fueron dejando por el camino y que ahora se están redescubriendo. Mi pregunta es ¿en qué momento se abandonaron?¿por qué razón?. Si me permiten el juicio las ciudades tienen millones de atractivos, pero están muy sobrevaloradas. La vida en los pueblos no es como la pintan. No es la imagen del abuelo con la boina y la abuela con el mandil, hay mucho más y mejor. Les invito a descubrirlo. La era post-COVID sólo ha tenido una cosa buena, ha abierto la puerta al disfrute de lo rural. Les puedo asegurar que la calidad de vida no tiene comparativa y por supuesto la felicidad de la crianza de los hijos tampoco. Si hay algo que te reconforta al final del día es ver la vida tan libre que tienen nuestros pequeños. ¡Qué infancia tan entrañable!.
Seguro que muchos de vosotros tenéis la posibilidad de elegir, otros no, pero los que si podéis pensad en un cambio, os aseguro que no os vais a arrepentir.
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