De las primeras clasificaciones que podemos hacer de los vinos estaría la determinada entre vinos secos y dulces. Las uvas maduras contienen altos niveles de azúcar que al fermentar se convierten en alcohol. Pero, dependiendo de la maduración y de la variedad de uva, en el vino queda un porcentaje de azúcar natural que es lo que nos permite hacer esta distinción.
Los vinos secos son aquellos en los que las levaduras fermentan la mayor parte de los azúcares que existían al principio en el mosto. Por eso, apenas se notan trazas dulces en el paladar, sensaciones que se detectan en la punta de la lengua.
Los vinos dulces son los que se obtienen de mostos azucarados. Estos mostos proceden de uvas sobremaduradas en la propia vid (p.ej.moscateles), de uvas pasificadas tras la vendimia (p.ej. los pedro ximénez andaluces) o de la utilización de ambos a la vez, como es el caso del histórico fondillón alicantino.
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