El vino es un alimento más en la Dieta Mediterránea. Así lo dice la Ley de la Viña y el Vino (Ley 24/2003). Forma parte de la triada mediterránea junto con el aceite de oliva y el trigo. Es imposible entender nuestra civilización sin tener en cuenta el papel del vino, ya que es esencia de nuestra cultura e historia.
Existen evidencias científicas que asocian los efectos saludables al consumo moderado del vino en la Dieta Mediterránea. Según un estudio publicado en la revista British Medical Journal se puede afirmar, que es el responsable del 25 % de los efectos saludables de la Dieta Mediterránea debido a su alto contenido en resveratrol, componente asociado a una mayor longevidad. Pero además hay numerosos efectos protectores, no tan conocidos, que están ligados siempre a un consumo moderado:
*Favorece la prevención de enfermedades cardiovasculares, gracias a su efecto antioxidante.
*Contribuye a la prevención de la diabetes y la obesidad.
*Reduce el riesgo de deterioro cognitivo y demencia.
* Mejora la microbiota intestinal.
Además, el vino tiene micronutrientes, como el Hierro, el Cobre, el Zinc, el Magnesio y vitaminas como la B6 y la B2, todos ellos necesarios en una dieta equilibrada.
La UNESCO señaló que la Dieta Mediterránea es un elemento cultural que propicia la interacción social. Por eso, celebremos nuestra historia, nuestras costumbres y apostemos por el consumo moderado de vino como forma de preservar nuestra cultura.
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