Aunque en realidad se trate de dos botellas distintas, ambas son muy parecidas. Tienen una forma más alargada y grácil que la borgoña y bordelesa, lo que realza su belleza. Suelen ser de vidrio marrón o verde. Es la botella más indicada para los blancos y rosados, especialmente los que no han sido criados en barrica.
Tienen su origen en regiones de la Renania alemana y la Alsacia francesa, ambas por ser productoras de afamados vinos blancos.
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