Los orígenes del cultivo y explotación de la vid son históricamente muy lejanos. La vitis vinífera, la vid productora de vino, quedó reducida tras las glaciaciones a zonas muy restringidas, entre ellas la Península Ibérica, aunque las poblaciones prehistóricas se limitaban al consumo de los frutos. El paso de esta planta de su estado salvaje a su cultivo y vinificación parece que sucedió en el Neolítico tardío, en alguna área de Asia. Desde allí se fue difundiendo a lo largo de todo el Mediterráneo gracias a los flujos comerciales y culturales de fenicios, cartagineses, griegos y romanos durante toda la Antigüedad. Los griegos le dieron al vino una profunda carga simbólica, al convertirlo en un signo de civilización y este camino fue continuado por los romanos, verdaderos impulsores de la vid y su cultivo, principalmente en el siglo I antes de Cristo. En este punto debemos mencionar la enorme importancia que para el viñedo tendrá la aparición en la liturgia del cristianismo que, a partir de la conversión de Roma, se extenderá por toda Europa. Con la fe como argumento, Roma primero y los monjes medievales después se convertirán en los verdaderos difusores del cultivo de la vid.
Resumen de privacidad
Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.
Add Comment