En su concepción primera se trata de una bebida natural, procedente de la fermentación del mosto, que es el zumo de las uvas. Si estrujamos un racimo de uvas y dejamos que el jugo de manera espontánea fermente, tendremos vino. Prácticas culturales, hábitos de salud y también intereses comerciales llevan al hombre a intervenir en ese proceso, para asegurarse de que se realiza de forma satisfactoria, obteniendo un producto final de máxima calidad.
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