En la Francia del s.XIX la cortesana Mdme. Du Pompadour se veía a escondidas con el indolente rey Louis XV. Como muestra de su devoción, el monarca ordenó realizar una copa para el champán de aspecto chato, boca ancha y poco cuerpo, supuestamente concebida a partir de un molde en el seno de su amante, de quien tomaría su nombre: la copa Pompadour. Una copa festiva que permite construir castillos como si fueran naipes y rellenarlos a modo de cascada. Un festival algo kitsch, ostentoso, pero un festival al fin y al cabo.
Pero estas referencias acerca del origen de la paradigmática copara para el vino espumoso no dejan de ser pura imaginación popular. Según fuentes inglesas, se tiene constancia de que en realidad, la copa fue un encargo que el Duque de Buckingham hizo a un artesano veneciano. El producto recibió el nombre de Tazza y se tiene constancia de su existencia desde 1663, fecha que coincide con la emergencia del vino espumoso, tal cual hoy lo conocemos, con burbujas. El primer champán espumoso de la historia debía ser dulce, pero contenía unas mágicas burbujas. Tan inverosímil y delicioso que según Pierre Pérignon era como beber estrellas. Evidentemente aquel néctar necesitaba una copa especial y así nació la Tazza.
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