La poda es una práctica cultural considerada por muchos un arte, de la que se vale el viticultor para dar forma a la cepa y regular el destino de la capacidad productiva de la planta en relación con el medio, es decir, de su potencial vegetativo. Con esta práctica se pretende llegar al equilibrio entre los elementos vegetativos, la producción y la calidad de uva buscadas.
Los objetivos de la poda:
- Dar a la planta una forma determinada, sobre todo en sus primeros años, para facilitar las labores de cultivo.
- Conseguir una uniformidad en la viña.
- Buscar la producción deseada de uva.
- Reconstrucción de las partes de la viña poco productivas, enfermas o muertas.
- Asegurar la uniformidad del flujo linfático.
Las consecuencias de una poda inadecuada son la aparición de enfermedades de la madera, la desecación de las plantas, la heterogeneidad de la viña y la interrupción o deterioro del flujo linfático.
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