No se puede concebir hablar de un vino de calidad si no partimos de una uva adecuada. Existen una serie de factores, tanto naturales como culturales, que afectan a la calidad de las uvas (climatología, suelo, variedad, prácticas de cultivo, estado sanitario,…). El control de estos términos permite la obtención de una uva de mayor calidad, lo que repercute en la calidad final del vino.
Otros factores como los climáticos (Temperatura, luminosidad, humedad…) varían cada año y constituyen la propia añada. Algunos, sin embargo, pueden verse modificados por las prácticas de cultivo, como son la poda, abonado, riego.
Por último, los accidentes meteorológicos, como heladas, pedriscos, y ciertas enfermedades como el oidio y la podredumbre gris, son factores accidentales, pero con una gran repercusión en la calidad final de la uva.
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