La viña se cultiva entre los 30-50º de latitud norte y entre los 30-40º de latitud sur, adaptándose a diferentes climas.
En climas fríos se plantan variedades que necesitan poco calor y tienen un ciclo corto, normalmente blancas. En los climas templados se dan variedades tintas de los grandes vinos (tempranillo, cabernet…). En los climas cálidos se obtienen grandes rendimientos en kilos y en azúcares.
El clima es, un factor de calidad que se debe tener en cuenta en el momento de elegir las variedades para una plantación. El análisis de los factores climáticos limitantes, así como la elaboración e interpretación de los índices climáticos, permite evaluar la aptitud vitícola de una zona y elegir las variedades más adecuadas.
El clima condiciona la maduración de la uva, y por lo tanto, el vino resultante. Una maduración deficiente dará vinos ácidos y ligeros, sin embargo una sobremaduración provocará pérdidas de aromas y de acidez.
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