El viñedo es uno de los cultivos más vulnerables a las nuevas condiciones impuestas por el cambio climático al tratarse de una práctica agrícola limitada a un rango latitudinal muy concreto y principalmente asociado a regiones cálidas.
En el aspecto productivo, el cambio climático está ejerciendo una influencia cada vez mayor sobre la fenología de la vid y la composición de la uva. Así se constata, vendimia tras vendimia con una menor acidez y un pH más elevado en la uva, efecto que finalmente, se traslada al vino, afectando a su calidad sensorial y haciéndolo más vulnerable.
La alteración en los patrones de maduración de la uva se traduce en la obtención de uvas con una mayor concentración de azúcares y una menor acidez. Estos parámetros tienen una implicación directa en la calidad sensorial del vino, ya que una menor acidez afecta a sus propiedades enológicas tanto en la percepción como en la estabilidad en el tiempo.
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