Los orígenes de la figura del catador se remontan al siglo XIV, cuando el rey francés Carlos IV el Hermoso fundó oficialmente el cuerpo de Courtiers-Gourmets-Piqueurs de Vins, que hoy en día sigue activo.
En un inicio, la corporación agrupaba a comerciantes y tratantes de vino, así como a gourmets que originalmente eran quienes degustaban estos deliciosos caldos. Con Napoleón, este cuerpo se especializó en la cata de vinos con el objetivo de detectar adulteraciones y luchar contra el fraude. Actualmente continúa siendo una asociación de utilidad pública, aunque su principal función es elaborar un palmarés con los mejores vinos del año.
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